Françoise
—Don’t you worry, Adam. We’ll find her.
Eso le había dicho Françoise a Moss y, ahí plantada mirando la pantalla del ordenador, navegando por webs del internet profundo, se preguntaba por qué narices. No había pistas sobre la chica real que se escondía bajo el nombre de Nora Keating. Mientras empezabaa copar los noticiarios del norte de Europa la imagen de su cara, tomada por las cámaras de seguridad del castillo de Edimburgo, las redes se inundaban de testimonios falsos y de gente ansiosa de protagonismo. Buscarla entre toda esa chatarra virtual era una locura completa.
—Merde —masculló en su lengua.
Françoise contactó con Sybil, pero Nora Keating no había pasado por el albergue ni sabían nada de ella. Mejor: si la hubiesen encontrado allí habría sido un desastre. ¿Seguiría en Edimburgo?
A veces pasaba que gente anónima, que conocía The Present de oídas, había ayudado en momentos desesperados. Para Françoise era un misterio cómo sucedía esto, cómo The Present era más que esos pocos centenares de colgados como ella, dando tumbos por el planeta, aflojando un tornillo aquí, glitcheando una conexión allá, de la gran maquinaria del poder que controlaba todo. (No, casi todo). Pero era cierto: sucedía. El mensaje estaba calando poco a poco.
De pronto Françoise se acordó de una de esas personas que tal vez podría saber algo de Nora. Esa colaboradora que fue una leyenda hace décadas y vivía en Madrid, ¿cómo se llamaba?
Françoise rebuscó entre sus notas en clave y por fin dio con su nombre: Liberty
